0

El tecnoptimismo crítico es una actitud reflexiva y esperanzada ante el impacto de la tecnología en nuestras vidas, especialmente en la infancia y la adolescencia. Se sitúa entre la tecnofobia –que ve las pantallas como una amenaza inevitable– y la tecnofilia –que las celebra acríticamente como sinónimo de progreso–, adoptando una postura cercana al tecnoescepticismo, pero sin caer en el desencanto. Propone una mirada vigilante, crítica y consciente de los riesgos y ambivalencias, pero que no renuncia al potencial transformador de la tecnología cuando se usa con propósito, acompañamiento y sentido.

 

El tecnoptimismo crítico se reconoce en quienes han aprendido que los cambios culturales disruptivos casi siempre se reciben con escepticismo… incluso por parte de figuras admiradas. Sócrates, el gran defensor de la palabra hablada, se negó a poner sus ideas por escrito, temiendo que la escritura arruinara la memoria y el pensamiento profundo. Tía Mimi, figura clave en la infancia de John Lennon, solía repetirle: “La guitarra está muy bien, John, pero nunca te ganarás la vida con ella”. El padre de las hermanas Williams fue cuestionado por proyectar en el tenis profesional un futuro para sus hijas que entonces parecía utópico. Y Marga Gundersen, madre de El Rubius, confiesa que al principio no entendía nada del mundo digital que su hijo empezaba a conquistar.

 

El tecnoptimismo crítico, por tanto, no es ingenuo ni temeroso. Es una invitación a dejar de pensar en términos de control total o de prohibición absoluta. Es una propuesta de acompañamiento proactivo, que confía en el poder de las nuevas generaciones y en su capacidad de crecer en un mundo hiperconectado, si cuentan con personas adultas que no sólo vigilen, sino que dialoguen, comprendan y se impliquen en su camino digital.